Del cinematógrafo al cine: el período primitivo
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El momento inicial se corresponde con lo que se
suele denominar cine primitivo. Es un hecho conocido que el dispositivo
tecnológico que da origen a la cinematografía no está directamente relacionado
con el espacio de los medios de comunicación masiva y los espectáculos
artísticos. El nuevo invento inicia su carrera a partir de la tendencia
dominante de la época: la espectacularización de la tecnología. El dispositivo
que permite registrar y proyectar imágenes fotográficas en movimiento es el
producto de una serie de investigaciones que se producen simultáneamente
durante las últimas décadas del siglo XIX. Los pioneros que trabajan en varios
países tratando de mejorar esta tecnología manifiestan diversas intenciones y,
en consecuencia, imaginan distintas aplicaciones para sus inventos. No
necesariamente piensan en el desarrollo de un espectáculo que sigue las
modalidades de exhibición del teatro. Ni siquiera puede afirmarse que la
presentación de imágenes fotográficas en movimiento fuera el único proyecto del
espectáculo público con imágenes: una gama de artefactos que iba desde dioramas
y la utilización de la linterna mágica a dispositivos como el praxisnoscopio
precedieron y compitieron con las nacientes imágenes fotográficas en
movimiento.
En este contexto las primeras exhibiciones se
inscriben dentro de una tendencia que se va consolidando a lo largo de la
segunda mitad del siglo XIX: la presentación de novedades de la tecnología como
parte de un espectáculo en el que se combinan una función dialéctica y
propagandística con el entretenimiento. El primer atractivo para el
cinematógrafo es la presentación de un dispositivo que permite la proyección de
imágenes fotográficas en movimiento. En primera instancia las exhibiciones del
nuevo artefacto se realizan en salones a los que se convoca a sectores de la
elite. En pocos años el cinematógrafo agota el público burgués interesado en retratarse
a través del nuevo dispositivo y “se degrada” en un espectáculo de feria. Si
bien el efecto de novedad de diluye con relativa facilidad la fascinación por
el medio persiste durante mucho tiempo.
En los primeros años de explotación del cine la
atracción está constituida por este nuevo efecto de realidad generado por la
tecnología. En este contexto ni los productores ni los exhibidores ni el
público parecen prestar demasiada atención en torno al problema de tipo de
imágenes (ficcionales o no ficcionales) que se registran. Las primeras “vistas”
incluyen tanto reproducción de escenas y paisajes urbanos en movimiento (La llegada del tren a la Ciudad, La salida
de los obreros de la fábrica Lumière) como la inclusión de pequeñas viñetas
en movimiento cómicas (El regador regado),
o fantásticas (La demolición de un muro).
Las primitivas “actualidades” se alimentan tanto de registros directos de
eventos socialmente significativos como de reconstrucciones realizadas en los
lugares donde se habían producido eventos o recreaciones teatralizadas sobre
acontecimientos de actualidad y representaciones de asuntos imposibles de
verificar como naufragios y terremotos.
Dentro de este marco surgen las primeras
representaciones ficcionales, ya sea como transposición de espectáculos ya
existentes (en los primeros filmes de Meliès y Edison, por ejemplo) o a través
de la filmación de narraciones creadas específicamente para el nuevo medio
(Meliès como creador de la ficción del cine). Dentro de este contexto se va
desarrollando un tipo de relato que absorbe rasgos de otras formas del espectáculo
de gran popularidad como el music hall,
el melodrama teatral o de prestigio como el teatro y la novela realistas.
Durante este período inicial todavía no existe una forma narrativa propia del
nuevo medio pero se van gestando un tipo de representación y una modalidad de
relato que termina constituyéndose en hegemónica. El triunfo de esta tendencia
coincide y se potencia con modificaciones en la organización de la producción
(se definen roles abordados por especialistas en el equipo técnico y en algunos
países como los EEUU y Alemania se conforman un tipo de organización que imitan
la organización del espectáculo teatral se convierten en el principal y casi
único centro de exhibición, se estandariza la producción teniendo como centro
de los programas a los largometrajes ficcionales.
Gustavo Aprea
“Las muertes del cine” en El fin de los medios masivos. El comienzo de
un debate, Mario Carlón y Carlos A. Scolari (Eds.), Buenos Aires, La
Crujía, 2009